martes, 19 de marzo de 2013

El comportamiento como respuesta

El comportamiento de un animal o un ser vivo es la serie de acciones de respuesta a las señales o estímulos internos y externos que provienen del entorno o del medio que los rodea.
Los estímulos internos dependen del funcionamiento del propio organismo. Por ejemplo, la sensación de hambre que se origina en el estómago es un estímulo interno que provoca la respuesta de buscar alimento.
Los estímulos externos, por el contrario, tienen su origen en el ambiente.  Así, la aparición de un depredador en el territorio propio estimula en el animal la respuesta de protegerse o defenderse frente a la agresión.
El entorno de los organismos incluye diversos factores que son una amenaza para su supervivencia y a los cuales responden con conductas específicas. Los comportamientos que muestran los animales frente a situaciones de peligro se conocen como respuestas de lucha o de huida, ya que el animal reacciona de tal modo que está listo para pelear o escapar en instantes. En los mamíferos, los cambios que se producen en el cuerpo y que permiten la respuesta de huída incluyen: dilatación de las pupilas, aumento de los latidos del corazón, mayor flujo de sangre a los músculos y al cerebro, e inhibición del sistema digestivo.
La respuesta de huída es instintiva pero puede ser modificada por el aprendizaje. En experimentos con cangrejos y langostas se ha demostrado que los individuos expuestos a un estímulo que al principio interpretan como una amenaza, después de varios ensayos dejan de percibirlo como tal y lo ignoran.
Al igual que otros tipos de comportamiento, la intensidad de la respuesta de huída depende del estímulo que la origina y de como es percibido por el animal. Si el estimulo es leve, la respuesta es débil, como en el caso de un caballo que escucha un susurro y se pone tenso unos instantes. En cambio, una señal intensa puede provocar la agresión o el escape; si el mismo caballo oye una explosión, huye de inmediato.

La respuesta de huída y el estrés

A principios del siglo XX, Hans Selye un estudiante de Medicina húngaro, notó que los pacientes presentaban ciertos síntomas generales por el solo hecho de estar enfermos. Años más tarde, observó algo parecido en las ratas que utilizaba en sus experimentos. Sobre la base de estas observaciones, Hans Selye propuso que existe un mecanismo común a todos los mamíferos para reaccionar ante situaciones nocivas. En una primera etapa la reacción frente a una amenaza es la respuesta de huida, pero como el cuerpo no se puede mantener en ese estado todo el tiempo ingresa en una segunda fase de alerta, de menor intensidad pero más prolongada. De persistir la amenaza el cuerpo se desgasta y se produce estrés.

El estrés no es una enfermedad en sí, sino que es un mecanismo que permite evitar o hacer frente a posibles riesgos y amenazas. Si un individuo se estresa constantemente, sus defensas colapsan y puede sufrir desde enfermedades leves a graves.

Las causas del comportamiento

A las señales que recibe un animal del entorno y que provocan en él un comportamiento específico, las denominamos estímulos.
La respuesta a un estímulo dependerá de la capacidad de percibirlo que tenga un individuo. Alguna especies de aves, reptiles, peces, protozoos y bacterias pueden percibir campos magnéticos; los perros escuchan sonidos que los humanos no registran, y los tiburones huelen sustancias en el agua en cantidades ínfimas. Es decir el comportamiento de un animal depende del estímulo que recibe. Una amenaza que desencadena la respuesta de huida es un estímulo externo que proviene del ambiente físico o de otros animales, pero el comportamiento de caza de un carnívoro puede estar regido por un estímulo interno, el hambre.
Cada tipo de estímulo provoca una respuesta diferencial, específica para ese estímulo, y puede constituir tan solo una parte de la señal que le llega. Por ejemplo el pez espinoso es un pez territorial: en la época de apareamiento, los machos adquieren un color rojo en el vientre y luchan entre sí por el espacio. Tinbergen estudió este comportamiento mostrándoles a los peces a través del vidrio de la pecera figuras de arcilla que iban desde un rombo hasta una reproducción exacta de un espinoso. encontró que los machos solo atacaban a las figuras con una mancha roja, aunque no se parecieran en nada a un pez. Par el espinoso, la visión de un objeto rojo cuando está en celo es el estímulo que provoca el comportamiento de ataque.
Modelos de un pez macho usados por Tinbergen
Algo más:

El descubrimiento del Estrés

El húngaro Hans Selye (1907-1982), concibió por mera casualidad la idea del Síndrome de Adaptación General (SAG), sobre el cual escribió por primera vez en el British Journal Nature en el verano de 1936. El SAG, también conocido como síndrome del estrés, es lo que Selye señaló como el proceso bajo el cual el cuerpo confronta -lo que desde un principio designó como: agente nocivo. El SAG es un proceso en el que el cuerpo pasa por tres etapas universales. Primero hay una “señal de alarma”, a partir de la cual el cuerpo se prepara para “la defensa o la huída”. No obstante, ningún organismo puede mantener esta condición de excitación, por ello existe la segunda etapa que permite al mismo, sobrevivir a la primera, en ésta se construye una resistencia. Finalmente, si la duración del estrés es suficientemente prolongada, el cuerpo entra a una tercera etapa que es de agotamiento; una forma de envejecimiento debida al deterioro del organismo por mantener constante el desgaste durante la resistencia.
El estrés en el léxico de Selye podría ser cualquier cosa, desde la privación prolongada de alimento hasta la inyección de una sustancia extraña al cuerpo, inclusive, un buen trabajo muscular. Por “estrés”, él no sólo se refirió al “estrés nervioso” sino a la “respuesta no específica del cuerpo frente a cualquier demanda”.
Las ideas novedosas de Selye acerca del estrés ayudaron a forjar un campo enteramente nuevo de la medicina -el estudio del estrés biológico y sus efectos-, que afloró en la primera mitad del siglo XX, para incluir el trabajo de cientos de investigadores; es una ciencia que continúa avanzando en la actualidad especialmente al demostrar la conexión del estrés con la enfermedad y descubriendo nuevos métodos para ayudar al cuerpo a lidiar con el agotamiento de la vida.
Aunque sus esfuerzos encontraron escepticismo en un principio (él no sugirió alguna cuestión radical, como que el estrés tiene una relación causal con gran cantidad de importantes enfermedades, cardíacas y cáncer entre otras), los métodos impecables de Selye y su investigación respecto a la salud y la ciencia profesional de toda índole, gradualmente ganaron reconocimiento y sus ideas fueron tratadas con respeto.

sábado, 9 de marzo de 2013

La respuesta al medio

Los seres vivos intercambian materia y energía con el ambiente. Esto lo hacen según diferentes estrategias. Entre ellas, cuentan con algunas que les permiten conocer las características del ambiente, es decir, obtener información de él. Por ejemplo los chanchitos de tierra o bichos bolita suelen encontrarse en lugares oscuros y húmedos como debajo de madera podrida o en rendijas y grietas debido a que necesitan estar en contacto con una superficie húmeda para poder respirar (realizar el intercambio gaseoso por medio de unas laminillas ventrales al final de su cuerpo). Son crustáceos y por lo tanto necesitan la elevada humedad que se mantiene en esos lugares. Si los dejamos al descubierto exponiéndolos al sol, veremos que rapidamente se desplazan buscando la oscuridad. Esta conducta se debe a que la exposición al sol disminuye la humedad de su espacio. Por algún mecanismo, los bichos bolita captan el cambio en el ambiente y también de alguna manera, reaccionan ante él.
Otro ejemplo, pero en relación con las plantas, lo podremos observar en un jardín donde el jardinero ha ubicado cada planta en un lugar particular de acuerdo con su mayor o menor requerimiento de luz. Sin embargo, podríamos hacer la prueba de ubicar una planta que necesita luz directa en un lugar donde no la reciba. Con el tiempo, se notará que la planta crece hacia la luz. Existen mecanismos por los cuales las plantas captan la orientación e intensidad de la luz y crecen de modo tal que se orientan hacia ella. Podemos decir entonces que ante un cambio ambiental, como en la intensidad de luz, la planta también capta esa información y responde.
También se dan interacciones con el ambiente en otros seres vivos, como los microorganismos. Con respecto a la luz, algunos se alejan de ella y otros se acercan. De manera similar, pueden reaccionar acercándose o alejándose ante otras condiciones ambientales, como la temperatura o la concentración de oxígeno.
En conclusión, los seres vivos reciben información del medio donde se encuentran, lo que constituye un estímulo, y realizan acciones que son una respuesta a esa información. Los mecanismos con los que cuentan para hacerlo son tan variados como la diversidad de especies existentes en la naturaleza, y en conjunto permiten que lleven a cabo la función de relación. La información puede ser captada gracias a que cuentan con estructuras especializadas denominadas receptores, y las respuestas son llevadas a cabo por los efectores.

Algo más: Una célula es sensible a un cambio en su medio ambiente («estímulo») y reacciona de forma apropiada («respuesta»). Así, un protozoo nadará hacia una gota de una solución de azúcar depositada en el agua a su alrededor, o se alejará de una gota de ácido. Ahora bien, este tipo directo y automático de respuesta es adecuado para una sola célula, pero significaría el caos para una agrupación de células. Cualquier organismo constituido por un cierto número de células debe tener un sistema que coordine sus respuestas. Sin tal sistema, sería semejante a una ciudad con personas recíprocamente incomunicadas y que actuaran en virtud de objetivos contrapuestos. Así, ya los celentéridos, los animales multicelulares más primitivos, tienen los rudimentos de un sistema nervioso. Podemos ver en ellos las primeras células nerviosas («neuronas»), células especiales con fibras que se extienden desde el cuerpo celular y que emiten ramas extraordinariamente finas.