Así como los polisacáridos se reducen a ser
sustancias de reserva o moléculas estructurales, las proteínas asumen funciones
muy variadas gracias a su gran hetereogeneidad estructural. Describir las
funciones de las proteínas equivale a describir en términos moleculares todos
los fenómenos biológicos. Podemos destacar las siguientes:
función enzimática
función hormonal
función de reconocimiento de señales
función de transporte
función estructural
función de defensa
función de movimiento
función de reserva
transducción de señales
función reguladora
Muchas proteínas ejercen a la vez más de una de
las funciones enumeradas: Las proteínas de membrana tienen tanto función estructural
como enzimática; la ferritina es una proteína que transporta y, a la vez,
almacena el hierro; la miosina interviene en la contracción muscular, pero
también funciona como un enzima capaz de hidrolizar el ATP, y así se podrían
poner muchos ejemplos más.
Función enzimática
La gran mayoría de las reacciones metabólicas tienen
lugar gracias a la presencia de un catalizador de naturaleza proteica
específico para cada reacción. Estos biocatalizadores reciben el nombre de
enzimas. La gran mayoría de las proteínas son enzimas.
Función hormonal
Las hormonas son sustancias producidas por una
célula y que una vez secretadas ejercen su acción sobre otras células dotadas
de un receptor adecuado. Algunas hormonas son de naturaleza proteica, como la
insulina y el glucagón (que regulan los niveles de glucosa en sangre) o las
hormonas segregadas por la hipófisis como la hormona del crecimiento, o la
calcitonina (que regula el metabolismo del calcio).
Estructura primaria de la insulina |
Función de reconocimiento de señales
La superficie celular alberga un gran número de
proteínas encargadas del reconocimiento de señales químicas de muy diverso tipo.
Existen receptores hormonales, de neurotransmisores, de anticuerpos, de virus,
de bacterias, etc. En muchos casos, los ligandos que reconoce el receptor (hormonas
y neurotransmisores) son, a su vez, de naturaleza proteica.
Función de transporte
En los seres vivos son esenciales los fenómenos de
transporte, bien para llevar una molécula hidrofóbica a través de un medio
acuoso (transporte de oxígeno o lípidos a través de la sangre) o bien para
transportar moléculas polares a través de barreras hidrofóbicas (transporte a
través de la membrana plasmática). Los transportadores biológicos son siempre
proteínas.
Función estructural
Las células poseen un citoesqueleto de
naturaleza proteica que constituye un armazón alrededor del cual se organizan
todos sus componentes, y que dirige fenómenos tan importantes como el
transporte intracelular o la división celular. En los tejidos de sostén
(conjuntivo, óseo, cartilaginoso) de los vertebrados, las fibras de colágeno
forman parte importante de la matriz extracelular (de color claro en la Figura)
y son las encargadas de conferir resistencia mecánica tanto a la tracción como
a la compresión.
Función de defensa
La propiedad fundamental de los mecanismos de defensa
es la de discriminar lo propio de lo extraño. En bacterias, una serie de
proteínas llamadas endonucleasas de restricción se encargan de identificar y
destruir aquellas moléculas de DNA que no identifica como propias (en la parte
inferior de la figura de abajo).
Función de movimiento
Todas las funciones de motilidad de los seres vivos
están relacionadas con las proteínas. Así, la contracción del músculo resulta
de la interacción entre dos proteínas, la actina y la miosina.
Función de reserva
La ovoalbúmina de la clara de huevo, la
lactoalbúmina de la leche, la gliadina del grano de trigo y la hordeína de la
cebada, constituyen una reserva de aminoácidos para el futuro desarrollo del
embrión.
Transducción de señales
Los fenómenos de transducción (cambio en la naturaleza
físico-química de señales) están mediados por proteínas. Así, durante el proceso
de la visión, la rodopsina de la retina convierte (o mejor dicho, transduce) un
fotón luminoso (una señal física) en un impulso nervioso (una señal eléctrica),
y un receptor hormonal convierte una señal química (una hormona) en una serie
de modificaciones en el estado funcional de la célula.
Función reguladora
Muchas proteínas se unen al DNA y de esta forma
controlan la transcripción génica. De esta forma el organismo se asegura de que
la célula, en todo momento, tenga todas las proteínas necesarias para
desempeñar normalmente sus funciones. Las distintas fases del ciclo celular son
el resultado de un complejo mecanismo de regulación desempeñado por proteínas
como la ciclina.
Relación estructura
y función en las proteínas
Las proteínas son las macromoléculas más
versátiles de cuantas existen en la materia viva: desempeñan un elevado número
de funciones biológicas diferentes. Cada proteína está especializada en llevar
a cabo una determinada función.
Entre las funciones de las proteínas cabe
destacar las siguientes: catalíticas, estructurales, de transporte, nutrientes
y de reserva, contráctiles o mótiles, de defensa, reguladoras del metabolismo,
y otras muchas que determinadas proteínas desempeñan en organismos concretos.
La función de una proteína depende de la interacción
de la misma con una molécula a la que llamamos ligando (en el caso particular
de los enzimas el ligando recibe el nombre de sustrato). El ligando es
específico de cada proteína. A su vez, la interacción entre proteína y ligando
reside en un principio de complementariedad estructural: el ligando debe
encajar en un hueco existente en la superficie de la proteína (el centro
activo) tal y como lo haría una llave en una cerradura.
Sólo aquel o aquellos ligandos capaces de
acoplarse en el centro activo de la proteína serán susceptibles de interactuar
con ella.
Hay que tener en cuenta que este acoplamiento no es
meramente espacial, sino que la proteína "ve" en su ligando, además
de la forma, la distribución de cargas eléctricas, sus distintos grupos
funcionales, y, en general, las posibilidades de establecer interacciones
débiles con él a través de los grupos R de los aminoácidos que rodean el centro
activo (el ligando "atraca" en el centro activo como lo haría un
barco en un muelle, se establecen entre ambos "amarras" en forma de
interacciones débiles que hacen más estable la asociación).
De lo anteriormente expuesto es fácil deducir
que para que una proteína desempeñe su función biológica debe permanecer
intacta su conformación tridimensional nativa. Si se pierde dicha conformación,
y por lo tanto se altera la estructura del centro activo, ya no habrá
acoplamiento entre proteína y ligando (no se "reconocerán") y la
interacción entre ambos, de la que depende la función, ya no tendrá lugar. Como
corolario de este razonamiento podemos afirmar que la función biológica de una
proteína depende de su conformación tridimensional.
En resumen, la secuencia de aminoácidos de una
proteína determina su conformación tridimensional, y ésta, a su vez, su función
biológica.
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